La atleta paralímpica casteldefelense Elena Congost ha vivido uno de esos momentos de injusticia suprema en el mundo del olimpismo. A pocos metros de la meta del Maratón T12 femenina (atletas con discapacidad visual) de los Juegos Paralímpicos de París, Congost era tercera y medalla de bronce virtual cuando fue descalificada por soltar un instante la cuerda que le unía a su guía (Mia Carol Bruguera) e intentar ayudarle cuando él estuvo a punto de caer al suelo cuando llevaban prácticamente 3 horas corriendo. La casteldefelense era tercera más que destacada, posición con la que cruzó la meta y con la cuarta clasificada en ese momento (la japonesa Misato Michishita) corriendo cuatro minutos por detrás de ella.
La decisión de los jueces de la prueba, en aplicación del artículo 7.9.5. del reglamento (prohibición de soltar la cuerda que une atleta y guía en ningún momento), ha provocado la incomprensión y el enfado de la propia deportista y del Comité Paralímpico Español, que presentó una reclamación en contra de la decisión de los jueces deportivos. Desgraciadamente, la reclamación ha sido desatendida y la casteldefelense ha visto cómo su bronce terminaba en manos de la atleta nipona.
Congost ha explicado a los medios presentes en París que está “destrozada porque tenía la medalla. No me han descalificado por hacer trampas sino por ser persona”.
La atleta casteldefelense no competía desde los Juegos Paralímpicos de Río 2016, donde ganó la medalla de oro. Después de ser madre, ha estado a punto de volver al cajón de las medallas. Desgraciadamente, la rigidez en la aplicación del reglamento no lo ha hecho posible.
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